(Florencio Cusenier)
Ésto se puede complicar,
dijo un cómplice a otro.
Hay que hacer algo, asintió
éste.
No, para ser un buen cómplice
a veces alcanza con no hacer
nada.
-Ahí me perdí ¿Cómo se hace
para no hacer nada?
-Es lo más natural ¿O acaso
vamos a creer en la cultura del
trabajo? Eso no se lo cree nadie.
Basta con dejar hacer y mostrarse
complaciente.
-Eso suena mejor, hay que dejar
hacer a los que saben y mostrar
complacencia.
-Sí, por algo la música complaciente
es la más popular y siempre funcionó.
Lo mismo ocurre con las palabras, un
discurso complaciente se adapta a
todo y es siempre bien recibido.
-La complacencia parece tener el futuro
asegurado.
-Hasta ahora siempre funcionó, es muy
difícil no ser cómplice en este mundo.
-¿Complacencia y complicidad, son lo
mismo?
-Digamos que sí ¿Para qué profundizar?
Ambas son funcionales y concomitantes.
Todos somos cómplices de algo, por acción
u omisión.
-Es mejor asumirlo, no serlo es complicado
y harto trabajoso.
-Además de ser un trabajo inútil, que no
produce nada, ni genera oportunidades.
(El otro aprobó con un silencio cómplice)
No hay comentarios:
Publicar un comentario