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sábado, 19 de abril de 2025

El engaño, una forma de conocimiento

 

(Dudamel Rambler)

 

No podía engañarme,

conozco demasiadas actitudes

engañosas. Sin embargo,

siempre se puede aprender más.


No me engaño: Siempre es más

fácil engañarse que desengañarse:


Contamos con recursos adecuados

para alcanzar el éxito con ambos

verbos, así como con otros más

engañosos.


Emitir engaño no es una ciencia.

Siempre hay algún receptor interesado

en editarlo y difundirlo, para que todos

podamos compartirlo:


Así funciona la comunicación, tanto la

micro como la macro.


Conozco suficientes actividades engañosas,

podría enumerarlas, pero no me engaño:

Sería una cifra provisoria; son las que más

crecen, dentro de las actividades productivas.


Hay muchos que medran con el engaño

y son reconocidos como exitosos:


El éxito está fuera de discusión, como todas

las palabras engañosas. Y el engaño sigue

siendo una de las mayores fuentes de

oportunidades.


Por el contrario, el desengaño no produce

nada, no genera oportunidades, ni emite

utilidad:


Yo ya me desengañé.


La mentira tiene patas cortas, oímos repetir

como verdad irrefutable. ¿Alguien lo duda?


Yo no me engaño, es una de esas verdades

que encubren el engaño, y son, además, las

más populares:


¿Cuántas criaturas de patas cortas conviven

con nosotros, y circulan con éxito desde

mucho antes que nosotros y nuestros engaños?


No hace falta nombrarlas, es mejor no compartir

pensamientos opinables: 

 

Alguien podría malinterpretar y concluir que el 

engaño es parte de la vida.  O incluso, que la vida 

misma es un engaño.


No me hago cargo, no pretendo

desengañar a nadie, ni quiero ser cómplice

de ningún engaño:  Tampoco estoy para

avivar giles.


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