(Tomás Lovano)
La vocación es un
arma:
es difícil andar
por la vida
sin vocación, y sin
armas.
La vocación es una
arma,
aunque no la única.
Hay
vocaciones
dispersas, tangenciales,
difusas,
impracticables, inoportunas,
adaptables y
aquellas no reconocidas
como la vocación
ocasional y otras
formas subalternas.
Ejemplo: la
vocación derivada:
Deseaba ser
saxofonista, pero me
resultaba
inaccesible el costo del
instrumento.
Conseguí una quena,
otro aerófono, más
simple y antiguo:
anterior a la
industria civilizada de
armas e
instrumentos, y anterior a
la conquista y el
desarrollo industrial
de las vocaciones
con la segmentación
que trajo la
división del trabajo:
La vocación,
también evolucionó
por división y
subdivisión, en un
principio eran dos:
la vocación de
mando y la vocación
de servicio.
Ahora no sabemos
cuántas son.
II
La iniciación en la
quena es penosa,
al igual que la
iniciación en el saxo
es pura decepción:
No suena, hay que
insistir, no desesperar,
incorporar la
técnica apropiada y ensayar
hasta vencer la
resistencia propia de
cualquier
instrumento a quien no conoce.
La voluntad, la
obstinación y la fe
al cabo rinden
fruto, y superada la pena
aparece humilde el
sonido de la quena.
El resto fluye, no
hace falta saber latín
ni haber tocado un
flautín para animarse
con una melodía
pentatónica.
Basta un poco de
oído y cuidado
en el uso de los
dedos al tapar
los pocos agujeros.
Tuve varias quenas,
más gordas, más
brillantes, más
obscuras, firmadas y
anónimas. Hay
distintos tipos de caña
y diseño, pero lo
que importa es el
sonido: Algunas
afinaban mejor, una
tenía mejores
graves, otra sonaba mejor
en las octavas altas
y era más precisa
en las notas agudas.
Nunca me destaqué
ni fui reconocido
por mis pares
(solía tocar solo)
La vocación tiene
sus bemoles
y luego se disparó
por otros rumbos.
En realidad, yo
buscaba el sonido
del saxo con mi
quena, algo infructuoso.
Pero con
imaginación, nada es imposible:
La única batalla
que se pierde es la que
se abandona.
III
Hace años que no
las toco, ni sé por donde
andan. La última
vez que intenté con una
no sonaba.
En algún lugar de
la casa están, entre
tantas cosas que no
toco y acaso no
vuelva a tocar.
Yo tengo una quena
antigua,
ya no sé cuál es
la más antigua,
hay una con un
agujero comido
por una rata (la
caña es dulce)
Las vocaciones van y
vienen,
como los poemas,
como el amor
y las mercancías.
Hacele caso a tu
sed, la vocación
puede ser un
instrumento, un don,
una bendición o un
arma, pero
las armas no son
vocación.