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domingo, 30 de octubre de 2022

Como acceder al horizonte propio

 

(Epilobio Askman)

 

Para los habitantes de la ciudad

el horizonte no suele ser visible,

es casi una entelequia: pero sabemos

que está, como el sol, aunque no lo

veamos.


Gracias al desarrollo de la imaginación

y la evolución del pensamiento abstracto,

hoy nos resulta natural la existencia de

poetas urbanos escribiendo poemas

a un horizonte que nunca conocieron:


Hay unas cuantas cosas que no alcanzamos

a ver nunca en los centros urbanos, pero

cuya existencia descontamos.


El horizonte es algo subjetivo, está sujeto

a la situación geográfica del observador

y sus circunstancias.


Pero a diferencia de éste, el horizonte no

es un cuerpo, y un sujeto sin cuerpo es

algo difícil de acceder: carece de bocas

de acceso tanto como de orificios de salida.


Es sólo una línea, tan infinita

como intangible: una línea que cualquiera

podría dibujar y gozar a su antojo.


No es antojadizo afirmar que cada uno

tiene su propio horizonte, tal vez el que

merece. No lo sé.


Pero para dibujarlo y poder gozar de sus

propiedades, tanto como para gozar,

se necesita un cuerpo.


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