(Teodoro Losper)
Ayer me automediqué sin querer,
me confesó mi médico de cabecera.
Bueno, un médico puede hacerlo…
Sí, pero no es un buen ejemplo: Un
buen profesional debe dar sólo buenos
ejemplos.
¿Es parte del juramento hipocrático?
No recuerdo, pero es una cuestión ética.
Entiendo, aunque nadie tendría por qué
enterarse, es parte del secreto profesional.
Tal vez, pero no es bueno andar secreteando
con uno mismo; un profesional que se precie
debe profesar la transparencia de sus actos.
¿No le parece?
Es cierto, pero no creo que su comportamiento
afecte a nadie, yo mismo no lo sabría si no me
lo hubiera contado. Además, entiendo que está
autorizado a recetar lo que quiera a cualquiera,
incluso a usted mismo.
La autoridad implica responsabilidad; no se
puede hacer cualquier cosa, sólo porque nadie
pueda desautorizarlo. La autoridad es un arma
de doble filo.
Sí, es un arma. Me parece saludable que quienes
la detentan cultiven principios éticos, es decir
filosóficos.
Por lo demás, siendo que la práctica de la
automedicación es tan común entre quienes
no somos médicos, no veo cuestionable que
lo haga un facultativo. ¿Se autorrecetó?
No hizo falta, los visitadores de los laboratorios
son bastante generosos. Tengo muestras de todo,
es una tentación…
Entiendo, yo haría lo mismo en su lugar, supongo.
Pero a usted le generó alguna culpa, de lo contrario
no me lo hubiera confesado; espero haberla aliviado
con mi humilde opinión…
Sí, gracias, no sé por qué se lo comenté.
¿Tuvo el resultado esperado esa medicación?
Si, creo que sí, aunque uno siempre espera más
de lo nuevo… Pero ya está. Ahora ¿A qué debo
su visita, cuál es el problema que lo trajo acá?
No, ninguno, conseguí trabajo como visitador
médico, y aproveché para saludarlo ya que andaba
cerca y también le traje algunas novedades interesantes…
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