(Eleuterio York)
Se puede faltar a la palabra
o recurrir a la sustitución
como herramienta.
Cada vez hay más herramientas
a disposición, algunas son
intercambiables como nosotros.
No se puede inventar una inversión
en invierno o acogerse al beneficio
de la duda, para ocultar la palabra
en falta.
Pueden faltar o sobrar las palabras:
Es mejor que falten: una palabra de
más puede arruinarlo todo.
Quien crea en las sustituciones ventajosas
tiene asfaltado el camino para importar
recursos y herramientas y pasar inviernos
sin contratiempos evitando los excesos.
La falta reiterada no se acumula, está
probado y aprobado como el pecado.
Los inviernos siempre pasaron, la mayor
parte de las muertes ocurre en invierno.
Pero también hay quienes nacen
en invierno sin contraindicaciones:
Estamos invirtiendo, los gerundios
son oportunidades para pasar a la
acción:
Todo estado es transitorio, las necesidades
crecen y se multiplican como los panes y
los peces de dios. Los necesitados son un
participio pasado como todo sentido conocido.
Se puede faltar a la palabra por error
u omisión, o siguiendo un protocolo de diseño:
Las palabras no importan, hay otras herramientas
y recursos e instrumentos que conniven.
Se puede recurrir a la sustitución
de impostaciones e invertir en frío
para mejorar la circulación del invierno.
Para la primavera todavía falta,
aprovechá la liquidación de temporada.
Contamos con recursos para disponer
de un goce apócrifo y soberano:
Una realidad tan sustentable como
nuestros desechos patológicos.
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