(Germán Singerman)
Entiendo que conserves tu túnica,
Mónica, todas las túnicas son únicas,
pero al cabo del tiempo descaecen.
Tu túnica destiñó, su destino se cumplió
y ya no es la misma: Parece una túnica
decimonónica, Mónica.
La tónica de las túnicas se pierde
en el tiempo, como los cuerpos
simples y compuestos que aseamos
y vestimos.
Si te visto no me acuerdo, diría el
cuerpo de tu túnica si hablara.
No podemos vestir anacronismos, Mónica,
salvo los monjes, tunicados o iniciados.
En un principio no importaba ser único
había tiempo y una túnica mantenía su
valor como significante:
Las modas podían esperar
y no pasaba nada, ni siquiera había
que hacer memoria: Todo era cuestión
de vestirse y desvestirse.
Hoy los anacronismos están a la orden
del día, Mónica. Tu túnica deshilachada
y desteñida es como un fantasma del
viejo pasado que sigue repitiendo su
prédica anacrónica, que nunca volverá
a ser la misma.
No podemos seguir afantasmándonos,
Mónica. Todavía somos únicos, así
como esa túnica que languidece.
Pero la realidad ahora es otra:
Nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos:
No somos más que un anacronismo,
disfrutémoslo antes que sea tarde,
Mónica ¿Oyes aquella música?
No hay comentarios:
Publicar un comentario