(Amílcar Ámbanos)
El adjetivo neutro es un recurso
útil, que se adapta a casi todas
las necesidades del hablante,
tanto como del escribiente.
Puede sacarte de un apuro
cuando te faltan las palabras
y se espera que digas algo anodino
para salir del paso.
Siempre hay algo que agregar
a esa falta, y el adjetivo neutro
lo resuelve con solidaria autoridad.
La ventaja de esta clase de adjetivo,
es que sin alterar conceptos, ni el
sentido de la frase, si lo hubiera, le
suma un tono criterioso, pleno de matices
amigables con el intercambio sano.
Hay ejemplos de sobra: formidable,
espectacular, inédito, patético, icónico,
emblemático, sustentable, etcétera.
El adjetivo neutro no agrega mucho
ni cambia nada, pero se adapta a casi
todas las necesidades del hablante
o del escribiente.
En el discurso del pensamiento, es más
difícil observar la neutralidad, pero el
pensamiento propìo es cada vez menos
frecuente entre nosotros, y tiende a ser
definitivamente neutralizado.
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