(Malcolm Mercader Ergástulas)
El mundo espera cada vez más
de los poetas muertos.
Es razonable, en los otros no se
puede confiar demasiado: repiten
fórmulas de uso, o peor: procuran
ser novedosos para diferenciarse
y lucir originales.
La búsqueda de la originalidad
ya los vuelve sospechosos. Reniegan
del pasado, de la historia, desconocen
el trabajo no remunerado de miles de
años entre el hombre y la palabra.
Con una impunidad supina, ajena a
todo verdadero creador, se burlan del
legado histórico y toda la experiencia
acumulada que nos permitió evolucionar
hasta la condición actual.
El hombre moderno es una criatura
compleja, inquieta y desafiante, rica
en contradicciones pero orgullosa de
sus conquistas históricas, geográficas,
lingüísticas y epistemológicas.
Somos la única especie que pudo
conquistar el mundo, la Naturaleza y
sus alrededores y erigirse en creadora
de su propia realidad.
II
La evolución alcanzada en este humilde
segmento de tiempo, no hubiera tenido
lugar sin nosotros: Los más necesarios,
tal vez los únicos. La evolución nos valora
como su recurso natural.
No sólo controlamos todas las poblaciones
animales y vegetales, sino que logramos
extender la conquista hacia nosotros mismos:
El espíritu de conquista, nunca se satisface
por completo, nos seguimos conquistando
obedeciendo el mandato histórico, biológico
y tal vez divino.
El hombre es algo que merece ser superado,
y alguien lo tenía que hacer… (Siempre lo
mereció, aunque algunos no lo entendieran)
No podemos detenernos, hacerlo sería contrario
a la naturaleza evolutiva que nos define.
Lo único que no puede ser superado
es lo original: Ahí están nuestros poetas
muertos, que son inagotables y han de haber,
seguramente, abrevado en otros.
Volvamos a leerlos, a descubrirlos
o a reconquistarlos: No hay nada nuevo
bajo el sol.
No podemos detenernos en falsos profetas
o supuestos poetas que pretenden cuestionar
nuestra tradición histórica, burlándose del
lector incauto, de dudosa formación,
ofreciéndole su producto apócrifo, editado
en forma de poema.
Debiera implementarse el etiquetado, como
en otros productos de consumo, donde las
autoridades legítimas nos prevengan sobre
los excesos contenidos en estos objetos.
Hasta tanto, sólo podemos confiar en los
poetas muertos que conocemos, que por
algo son reconocidos y por algo murieron.
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