(Manuel Lupanares)
Después del goce
de una comida copiosa,
no hay como una buena siesta
compartida.
Son pocas las cosas
que necesitamos compartir,
y a veces no nos es dada
la compañía adecuada.
Pero siempre hay opciones
si estamos dispuestos a bajar
la vara un poco:
La rata almizclera es una
buena compañera, su sueño
es plácido y sereno y raras
veces ronca.
El hombre de campo, curtido
en las adversidades naturales
de la soledad ontológica,
sabe apreciarla a la hora de
compartir su sueño y ante
la necesidad de confiar sus
secretos.
El almizcle de roedor es más
suave y sugestivo que el de
otros mamíferos aptos para
el consumo humano.
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