(Tomás Mercante)
La musculatura lisa del encéfalo
es responsable de algunas proezas
y bastantes despropósitos.
De ella procede la mayor parte
del tejido poético, cuyos artificios
retóricos y excesos metafísicos
nos hace olvidar al mono, cuya
mano nos sostiene y mantiene
erectos y sujetos.
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