(Absinia Bending)
Dádivas lánguidas
como blandos ángulos
de anguilas muertas
penden de la suma
del paisaje en movimiento
Ramifica el ocio de los ápices,
hormonas libres del amor
inducen a esperar la muerte
con mesura, a cualquier miembro
que se reconozca, involuntario
o no y se perciba parte del paisaje.
Hermanadas a su suerte, son las mismas
hormonas liberadas que seducen
al viandante ocasional, al pez subrogado
o al juez subtropical.
El paisaje no discrimina ni produce,
no es voluntad lo que lo mueve
y ramifica en procesiones angulosas
como ángeles que buscan su procedencia
entre lánguidas anguilas semimuertas.
No rechaza ningún alma ni cuerpo
ni miembro, ni el movimiento anómalo
del animal extraño cuya mirada nos
inquieta sin saber que nos pertenece.
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