(William Arsenio Pereira)
Entre las tradiciones que perdimos
tiene su lugar el degüello, algo muy
popular en nuestra Historia no muy
lejana.
Una práctica empleada con éxito,
tanto con otros animales como con
el prójimo:
Degollar, decapitar, ahorcar o cortar
el pescuezo era una forma común de
hacer justicia.
La evolución desarrolló otras opciones
más elaboradas para aplicar la pena
capital.
Sin embargo, la gallina degollada
mantuvo su popularidad durante
un tiempo.
Era común, hasta hace poco, criar
gallinas y degollarlas con toda
naturalidad ¿Quién no supo de parientes
o allegados o vecinos que degollaran
gallinas?
II
Antes del descubrimiento de la Propiedad
Horizontal, que nos permite gozar de
modernas unidades funcionales a distinta
altura del suelo nativo, habitábamos en
casas y siempre había lugar para un
gallinero:
Era común que cualquier hijo de vecino
dispusiera de sus propios huevos, pollos
y gallinas.
Había una técnica para el degüello:
Un movimiento controlado, enérgico y
preciso evitaba un sufrimiento mayor
que el necesario.
Este conocimiento se transmitía a la
descendencia, de madre a hija:
Era cosa de mujeres, como todo lo relativo
a la cocina.
Resultaba natural en cualquier familia bien
constituída, que una abuela o una madre, o
comadre degollara una gallina para una
celebración familiar, o simplemente para
el puchero cotidiano.
Nunca nadie degollaba un gallo,
sea porque infundía más respeto
o porque no servía para el puchero
de gallina.
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