(Periferio Gómara)
Ludibrio y Eutrapelia
hacían una buena pareja,
un maridaje perfecto.
Se excitaban con sólo mirarse
los pelos de las manos, como monos.
o ni eso.
Gozaban compartiendo los cambios
de estación, la flora bacteriana, el
multiverso, el humus o una nota de paso
rechazada por la escala cromática.
Se atraían y rechazaban
como el Yin y el Yan:
El negativo masculino fluía,
capturado por el positivo femenino
y viceversa, en un juego de nunca
acabar hacia la neutralidad extrema
y absoluta del cero primordial.
La producción de oxitocina no mermaba
en el tiempo y sostenía la excitación del
ritmo, que aseguraba el éxito sucesivo
de la repetición.
Pero el éxito es así, a menudo no se
perdona: El goce es socialmente aceptado
sólo dentro de ciertos límites, cánones o
cuerpos.
El goce que circula es apenas una parte
menor del que se produce:
la parte aceptada.
(La otra no la vas a conocer en ninguna
otra parte)
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