(Germán Singerman)
¿En qué está pensando?
-No pienso mucho, para eso hay que tener tiempo.
Yo trato de estar ocupado en lo posible: El exceso de
tiempo libre puede ser un problema.
-¿Está seguro?
-Los excesos son peligrosos, el tiempo ocioso
suele precipitar en el vicio, o cosas peores…
-Pero es necesario, no somos máquinas. Y con ese
tiempo cada uno es libre de hacer lo que quiera, si
me permite.
-El cuerpo es una máquina: cumple funciones, se
deteriora, está sujeto a hábitos, rutinas, mantenimiento
y controles periódicos; a veces hay que cambiar alguna
pieza.
-Eso es reduccionismo; no somos sólo materia: tenemos
sueños, alma, voluntad, emcociones, aspiraciones
y deseos. Hay cosas que sólo pueden cultivarse en el
tiempo libre ¿No le parece?
-Los muertos tienen más tiempo libre, y a menudo no
saben qué hacer con él. Muchos lamentan ese exceso
inútil.
-Me parece una presunción excesiva ¿Acaso habla
con muertos?
-Todos lo hacemos, es algo natural. La muerte no suele
llegar de un día para otro; si bien hay un Acta de
defunción que constata fecha y hora, la muerte ya
estaba trabajando ese cuerpo desde mucho antes. Es un
proceso: la carga de años encimados va limitando
actividades y funciones, reduciendo la participación en
el mundo de los vivos. Se va desapegando, despegándose
de todos nuestros sentidos útiles, para refugiarse en el
pasado, la memoria: ese nicho donde yace toda la
materia muerta que nos une a la vida.
-Bueno, vamos a tener que dejar acá.
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