(Emeterio Askman)
Un clamor unánime y unívoco
partió desde los límites más íntimos.
Cada partícula resonaba como un eco
de otra y todas concurrían a la emisión
del mismo pronunciamiento.
Nada desafinaba desafiando esa unidad.
Recuerdo otro clamor, acaso tan intenso
como éste. Pero no podría afirmar que
sean idénticos.
En clamores y amores
podemos repetir que nada es idéntico
ni igual a lo anterior:
Si bien, ambos expresan el resultado
de funciones que se repiten, cada versión
es única.
Como un cadáver sólo es idéntico a sí
mismo, antes de entrar en descomposición.
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