(Abel A.Borda)
¿Nos unen hormonas?
¿Sólo algunas?
¿Son más necesarias que el amor?
Las hormonas del amor
mueren y se multiplican
como cualquier microbio.
Como epístolas apócrifas,
saben llegar a destino equivocado
aunque nadie las espere.
¿Qué esperabas?
Hormonas ajenas pueden afectarnos
y alterar el orden: este equilibrio
que nos hace previsibles, y a la vez
dudosos.
Hormonas masculinas y femeninas
van y vienen en distinto orden, entre
los cuerpos portadores, receptores y
emisores.
No sabemos cuántas son, un número
impreciso e inestable que no conoce
el estado de reposo.
Las hormonas no descansan, siempre
están haciendo de las suyas aunque no
kas registremos.
Las conocemos a todas: Las hay de
crecimiento, del sueño, las que regulan
nuestro metabolismo superior y luego
hay hormonas multipropósito, que se
suman a cualquier desatino y nos
mantienen adaptables.
En cambio, aquellas dos primeras
sólo quieren sexo, una función vital
reconocida por propios y extraños.
Es saludable tener ambas,
en la proporción adecuada al sexo
asignado o al género seleccionado.
En cualquier caso, lo más aconsejable
es mantener un equilibrio sano.
Como es sabido, el equilibrio es un rasgo
viril: Las mujeres son más hormonales e
impulsivas. El hombre, en cambio,
suele ser reflexivo y racional.
Yo tengo tantas hormonas
que no las puedo contar.
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