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lunes, 1 de abril de 2024

Lbierá tus fuerzas productivas

 

(Aparicio Custom)

 

La libertad bien entendida

empieza por casa, con una

salvedad:


Nadie puede liberar a nadie

desde su casa, ni desde la

casa del otro.


Pero podemos aspirar, en

cualquier caso: somos libres

de aspirar a casi todo.


Algunos aspiran a la casa propia,

otros a incrementar sus propiedades

o a mantener su propiedad horizontal

mientras avizoran nuevos horizontes.


El horizonte de las aspiraciones

es infinito: Podemos compartir.


Podemos compartir valores, propiedades,

sociedades anónimas e inclinaciones,

pero la libertad, como el deseo, no se

comparten.


¡Libérate, hermano! Puede sonar bien

y resultar útil para una canción, en un

momento histórico. Pero nunca dejó

de ser un anacronismo sin ningún

fundamento filosófico:


Nadie puede hacer nada por la libertad

del otro, cuyo deseo no conocemos, y

tal vez sea contrario a esa propuesta.


La libertad bien entendida empieza por

casa: Dentro de tus paredes, seas propietario

o locatario, podés hacer y decir lo que se te

antoje y ejercer el goce de tus libertades

individuales, siempre que no afecte a terceros.


Segundo: La propiedad privada objetiviza

la libertad individual, tanto como el control

de los medios de producción.


Tercero: Si hay alguna parte que no entendiste,

quedate en casa como Hegel y gozá esta libertad 

que tanto costó conseguir.


Aprovechá tus recursos, o ponete a generarlos.

Confiá en el libre juego de la oferta y la demanda

y seguí creciendo: Está en vos aprovechar esta

libertad en un sentido productivo.


Ya sabés que los mercados se regulan solos.

No estás solo: Todos aspiramos a algo y

somos parte de algún mercado, hasta los

muertos.


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