(Encarnación Segura)
Frascos frescos como uvas,
uvas muertas recién consagradas:
uvas gozando de su gracia plena
en estado de reposo.
Ubérrimas, arracimadas al pasado
desangrándose, abandonan hijos
y hollejos por amor.
Aman a Dios, por sobre todas
las cosas que proceden de semilla.
Dios aprueba, arracimado en su
propio fermento unívoco y supremo,
no apto para consumo humano.
Vacila con fruición, como sólo Él
puede hacerlo, enfrascado en su
propia reproducción irrepetible,
como el fruto de ese amor ubérrimo
y unívoco.
Un Dios perfecto y redondo
como una uva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario