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jueves, 13 de marzo de 2025

Protocolo del observador autónomo

 

(Epifanio Weber)

 

Un observador bien centrado

sabe tomar distancia del objeto


y abstenerse de las pulsiones y cargas

emotivas, propias de su condición de

sujeto.


El buen observador se autoexcluye

como sujeto y se concentra sólo en

su objeto.


Logrado ese objetivo, produce una

serie de observaciones sucesivas,

desde distintos ángulos.


Repite esta ptáctica tantas veces

como sea necesario para no perder

ningún detalle de el objeto observado.


Con el resultado obtenido, estaría en

condiciones de emitir un juicio objetivo:


No lo hace; sabe que esa clase de emisión

es propia de cualquier sujeto que se

reconozca: No es su caso, ni su misión:


Se reconoce observador, y sabe que todo

juicio implica sumisión, necesita ser

aceptado.


Conoce que toda aceptación procede

de un juicio de valor que la preexiste.


A diferencia del observador imaginario,

a quien desprecia, él puede mantener su

condición porque es real, y no tiene

nada que demostrar ni lo necesita:


No se mueve de su lugar de observador

ni se contamina con lo observado.


El objeto lo observa, él se sabe observado

más resiste: Hay que saber observar las

necesidades que no existen, aunque sean

tristes.


(El observdor debe permanecer ajeno a

toda contaminación emotiva)


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