(William Arsenio Pereyra)
El asno no sabe desasnarse solo,
pero intuye que fracasaría
si lo hiciera.
Es mejor desentenderse
que hacerse el desentendido:
No es de asno sano andar
haciéndose el burro.
Un asno no tiene nada que probar
y mucho menos que perder.
(Está probado que en las pruebas
siempre se pierde algo, más allá
del resultado. Es mejor no probar,
ni probarse: cada uno sabe de lo
que es capaz)
El asno no necesita ningún documento
que acredite; nadie va a cuestionar su
condición asnar, ni siquiera otro asno.
Ellos no necesitan atravesar pruebas
y autorizaciones, ni observar protocolos.
En ese sentido, es envidiable el asno:
No necesita que lo desasnen para
sentirse y ser reconocido como asno,
osanar en la ignorancia supina y sana
y gozar como un gaznápiro genérico
entre pares.
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