(Epifanio Weber)
Fétido y hediondo es el hálito
del wéndigo.
No lo digo yo, me lo dijo Pérez:
(en forma anónima y esdrújula)
un emprendedor empedernido que
anduvo por esos montes y esos
bosques donde el diablo perdió
el poncho para invertir en un
emprendimiento inmobiliario.
Volvió decepcionado, no pudo
negociar con esas criaturas de
pocas luces, aunque de mirada
aterradora y penetrante que
destella en la oscuridad.
Sabe que los negocios son así:
a veces se gana y otras no, el
riesgo siempre existe y a él lo
excita:
Emprender no es para cualquiera,
afirma con orgullo.
El wendigo es un espíritu maligno
poco amigo del negocio humano.
Algunos dicen que es una criatura
mitológica que no existe, son cosas
del pasado:
Según la leyenda, la condición para
convertirse en uno es comer
carne humana.
Dicen que el canibalismo ya no se
practica entre nosotros, que es cosa
del pasado y que tampoco existe:
Como negocio, habría sido superado.
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