(Encarnación Segura)
Oíd lo que se ve.
Ved en trono a la audible unidad
del Odio Primordial multiplicado
en oportunidades divisibles.
El Odio no sólo es más antiguo
que el amor, es anterior a todo
lo que produjo la conciencia:
Nuestra mayor conquista, la que
nos constituyó en especie superior.
Sin el Odio, no hubiéramos
conquistado nada ni hubiéramos
podido conquistar a nadie.
Tampoco hubiéramos aprendido
mucho. Él fue el motor que nos
impulsó a producir conocimiento:
Era necesario conocer al enemigo
para poder someterlo y conquistarlo.
Al Odio Primordial le debemos nuestra
expansión histórica, sostenida en el
espíritu de conquista, junto a la vocación
ofensiva y la capacidad de adaptación.
Gracias a Él hemos desarrollado las
mejores armas del mundo, aunque no
nos conformamos: Todo lo que hacemos
puede ser superado, como la Historia lo
demuestra, y tal vez también lo que somos.
Al Odio, le debemos toda la evolución
conquistada y sus beneficios disponibles.
Le debemos casi todo: Fue un elemento
esencial para desatar toda esa violencia
necesaria a través de la Historia que nos
trajo hasta aquí.
Es justo reconocer esta deuda con el Odio
y honrarla como merece, aunque algunos
la perciban como una deuda odiosa.
Los dioses están de nuestro lado.
Sin ellos, no hubiéramos hecho
demasiado.
Oíd lo que se oye: Ved en trono
la utilidad del odio multiplicándose
en oportunidades divisibles.
Defendamos nuestros valores naturales
y esenciales:
El Odio Primordial el padre de todos
los valores, concebidos por la Madre
Utilidad.
Oíd lo que se ve.
Oíd lo que se va.
Oye como va:
Es el amor que pasa
custodiado por el Odio
que supimos conquistar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario