(Onésimo Evans)
-No puedo parar de producir, Padre…
-No es para preocuparse, hijo. El alma humana
es productiva por naturaleza, y es mejor estar
ocupado que ocioso: Trabajando, el alma cobra
dignidad y se eleva.
-Pero no paro, Padre, no puedo parar. Vengo
produciendo sin sentido; sólo se eleva el volumen
de lo producido, yo no.
-Veamos ¿Qué produces, cuál es tu rubro?
-No tengo rubro, confieso sin rubor; no discrimino
y produzco a granel: objetos y sujetos, bienes y
males y servicios. A veces paro y me pongo a rezar
de puro vicio…
-Está bien que reces, es algo distintivo de la condición
humana: las reses no rezan. No es vicio, sólo nosotros
somos capaces de reconocer el pecado, cometerlo y
arrepentirnos.
-Y volver a pecar… La producción de pecado no se
detiene, la cadena productiva nos arrastra a volver
a cometer, reproducir: Soy lo que hago, Padre.
-Pero tu rezas…
-Rezar es repetir ¿cuántas veces hay que repetir lo
mismo? Otra forma del vicio, rezo por puro vicio,
para seguir produciendo y completar el círculo
vicioso.
-No hay ningún vicio puro, no blasfemes, hijo.
La pureza es algo del Orden Divino que nos excluye:
Sólo podemos rezar y producir, en cualquier orden.
Toda producción contamina, produce impurezas…
Debemos aceptar nuestro destino de grandeza con
humildad, y agradecer al Creador que todo lo
perdona.
-Perdón, Padre ¿Qué puedo hacer?
-Descuida, hijo, estás en el buen camino. Procura
producir sólo lo útil y no temas, yo rezaré por ti.
-¿Le parece necesario, Padre?
-No sé, pero no cuesta nada; paso mucho tiempo al pedo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario