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lunes, 27 de marzo de 2023

Amortizar los costos del amor

 

(Onésimo Evans)

 

-No puedo parar de producir, Padre…


-No es para preocuparse, hijo. El alma humana

es productiva por naturaleza, y es mejor estar

ocupado que ocioso: Trabajando, el alma cobra

dignidad y se eleva.


-Pero no paro, Padre, no puedo parar. Vengo

produciendo sin sentido; sólo se eleva el volumen

de lo producido, yo no.


-Veamos ¿Qué produces, cuál es tu rubro?


-No tengo rubro, confieso sin rubor; no discrimino

y produzco a granel: objetos y sujetos, bienes y

males y servicios. A veces paro y me pongo a rezar

de puro vicio…


-Está bien que reces, es algo distintivo de la condición

humana: las reses no rezan. No es vicio, sólo nosotros

somos capaces de reconocer el pecado, cometerlo y

arrepentirnos.


-Y volver a pecar… La producción de pecado no se

detiene, la cadena productiva nos arrastra a volver

a cometer, reproducir: Soy lo que hago, Padre.


-Pero tu rezas…


-Rezar es repetir ¿cuántas veces hay que repetir lo

mismo? Otra forma del vicio, rezo por puro vicio,

para seguir produciendo y completar el círculo

vicioso.


-No hay ningún vicio puro, no blasfemes, hijo.

La pureza es algo del Orden Divino que nos excluye:

Sólo podemos rezar y producir, en cualquier orden.

Toda producción contamina, produce impurezas…

Debemos aceptar nuestro destino de grandeza con

humildad, y agradecer al Creador que todo lo

perdona.


-Perdón, Padre ¿Qué puedo hacer?


-Descuida, hijo, estás en el buen camino. Procura

producir sólo lo útil y no temas, yo rezaré por ti.


-¿Le parece necesario, Padre?


-No sé, pero no cuesta nada; paso mucho tiempo al pedo...




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