(Tomás Lovano)
Dos milanesas siamesas
pacen y se mecen
en la sartén ardiente
al compás de una exitosa combustión
ambas se mecen y se rozan.
Lucen sabrosas, rozagantes al mecerse
en el fluído oleaginoso que las cuece:
Semejantes entre sí, como buenas siamesas
milanesas, ambas se confunden:
oblongas, turgentes, sudorosas,
apareadas en el aceite hirviente.
No se amilanan, milanesas siamesas como
son, tal vez se reconozcan pares
o mantengan diferencias. Pero aún parecen
conservar su identidad:
La carne es débil; algunos la prefieren
tierna pero bien cocida.
Habrá que despegarlas si se pasan y se pegan.
Que el hombre no separe lo que Dios unió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario