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miércoles, 15 de marzo de 2023

Una tesis poética (homenaje a L.A.S.)

 

(Tomás Lovano)

 

Entre los artistas populares de los últimos 50 años,

sobresale la figura de Luis Alberto Spinetta, “el

flaco”, artífice de Almendra, Pescado Rabioso,

Invisible, que supo conjugar poesía y música en

una dimensión artística pocas veces alcanzada por

las expresiones populares hasta entonces, y acaso

ni después.


Lo que tal vez no todos hayan percibido, es que la

inspiración natural y primordial de su creación, era

el sexo. Toda su obra, prolífica, rica en matices,

diversa y siempre desafiante e innovadora, puede

ser leída como un canto a la pulsión sexual, esa

energía incontenible que nos mueve, y que bien

manejada puede hacer maravillas, como es el caso.


Basta repasar algunas de sus composiciones. Por

ejemplo, la emblemática “Muchacha, ojos de papel”.

Toda una metáfora alabatoria del orgasmo. No hace

falta ir muy lejos: ¿Adónde vas? quédate hasta el alba  (metáfora metonímica,

alba, blanco, culminación, éxtasis) Después: no corras

más… (un pedido, que baje el ritmo del movimiento

para que el goce se prolongue en el tiempo y no acabe)

Por último: Duerme un poco y yo entretanto construiré,

un castillo con tu vientre hasta... (Acá introduce el sexo

oral para, a la vez, estimular la excitación de los órganos

competentes y posponer el orgasmo)

Muchacha, te haga reír (el sol, miembro viril, sujeto

dominante, centro del sistema) hasta llorar…

El final es la síntesis perfecta y culminación de la tensión,

toda esa energía creciente eclosionando en un clímax

donde risas, lágrimas y otros fluídos se confunden en la

plena armonía de la música y el poema.


Pero no sólo es esta canción, tan significativa para los

jóvenes de aquella época y las que siguieron, la que

muestra la centralidad del sexo en su poética. Bajo

distintas formas, ésto se puede apreciar en casi toda su

obra.


Ana no duerme, por ejemplo: Ana no duerme, sola en

su cuarto, sobre la alfombra, toca su sombra: Ana quiere

jugar… ¿A qué querría jugar, Ana? Es obvio que el

deseo sexual no la deja dormir (Ana es su hermana, y él

como el artista sensible que es, percibe esa inquietud y la

transcribe, penetrándola con su lenguaje poético, abierto

a todos los sentidos.


Luego, hay metáforas recurrentes al sexo en cualquier

tema que tomemos: “Jugo de lúcuma, chorreando en mi”

O, un poco más acá, “No te alejes tanto de mi” Parece un

pedido, más que una insinuación. Resulta bastante claro

el reclamo a su compañera ocasional, de controlar sus

impulsos y realizar movimientos más cortos para evitar

el desacople, algo común en jóvenes inexpertos/as.


Hay más, sólo es cuestión de buscar y saber interpretar

los juegos metafóricos, a veces muy sutiles y engañosos

y otras muy elaborados, como para enfrentar todos los

tipos de censura que suelen sufrir los artistas populares.


No quisiera extenderme, pero antes de concluir

no puedo dejar de mencionar otra pieza de colección,

donde se alcanza, tal vez, el punto más alto y más lejano

en la metafísica erótica de nuestro vate, sin duda, un

artista impar que supo elevar nuestra cultura popular

a alturas desconocidas hasta entonces:


“Me gusta ese tajo” Quizás no sea su obra más acabada,

un rock clásico y perfecto, duro y cuadrado y que puede

leerse como un blues rápido. Dura poco, pero lo dice

todo, sin metáforas; yendo a los bifes sin caer en la

banalidad. No creo que otro hubiera podido hacerlo.


En fin, no sé si este texto le aclarará algo a alguien,

pero lo que es claro, es que nuestro artista no parece

perder vigencia. Lo mismo ocurre con el sexo...




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