(Tomás Lovano)
Entre los artistas populares de los últimos 50 años,
sobresale la figura de Luis Alberto Spinetta, “el
flaco”, artífice de Almendra, Pescado Rabioso,
Invisible, que supo conjugar poesía y música en
una dimensión artística pocas veces alcanzada por
las expresiones populares hasta entonces, y acaso
ni después.
Lo que tal vez no todos hayan percibido, es que la
inspiración natural y primordial de su creación, era
el sexo. Toda su obra, prolífica, rica en matices,
diversa y siempre desafiante e innovadora, puede
ser leída como un canto a la pulsión sexual, esa
energía incontenible que nos mueve, y que bien
manejada puede hacer maravillas, como es el caso.
Basta repasar algunas de sus composiciones. Por
ejemplo, la emblemática “Muchacha, ojos de papel”.
Toda una metáfora alabatoria del orgasmo. No hace
falta ir muy lejos: ¿Adónde vas? quédate hasta el alba (metáfora metonímica,
alba, blanco, culminación, éxtasis) Después: no corras
más… (un pedido, que baje el ritmo del movimiento
para que el goce se prolongue en el tiempo y no acabe)
Por último: Duerme un poco y yo entretanto construiré,
un castillo con tu vientre hasta... (Acá introduce el sexo
oral para, a la vez, estimular la excitación de los órganos
competentes y posponer el orgasmo)
Muchacha, te haga reír (el sol, miembro viril, sujeto
dominante, centro del sistema) hasta llorar…
El final es la síntesis perfecta y culminación de la tensión,
toda esa energía creciente eclosionando en un clímax
donde risas, lágrimas y otros fluídos se confunden en la
plena armonía de la música y el poema.
Pero no sólo es esta canción, tan significativa para los
jóvenes de aquella época y las que siguieron, la que
muestra la centralidad del sexo en su poética. Bajo
distintas formas, ésto se puede apreciar en casi toda su
obra.
Ana no duerme, por ejemplo: Ana no duerme, sola en
su cuarto, sobre la alfombra, toca su sombra: Ana quiere
jugar… ¿A qué querría jugar, Ana? Es obvio que el
deseo sexual no la deja dormir (Ana es su hermana, y él
como el artista sensible que es, percibe esa inquietud y la
transcribe, penetrándola con su lenguaje poético, abierto
a todos los sentidos.
Luego, hay metáforas recurrentes al sexo en cualquier
tema que tomemos: “Jugo de lúcuma, chorreando en mi”
O, un poco más acá, “No te alejes tanto de mi” Parece un
pedido, más que una insinuación. Resulta bastante claro
el reclamo a su compañera ocasional, de controlar sus
impulsos y realizar movimientos más cortos para evitar
el desacople, algo común en jóvenes inexpertos/as.
Hay más, sólo es cuestión de buscar y saber interpretar
los juegos metafóricos, a veces muy sutiles y engañosos
y otras muy elaborados, como para enfrentar todos los
tipos de censura que suelen sufrir los artistas populares.
No quisiera extenderme, pero antes de concluir
no puedo dejar de mencionar otra pieza de colección,
donde se alcanza, tal vez, el punto más alto y más lejano
en la metafísica erótica de nuestro vate, sin duda, un
artista impar que supo elevar nuestra cultura popular
a alturas desconocidas hasta entonces:
“Me gusta ese tajo” Quizás no sea su obra más acabada,
un rock clásico y perfecto, duro y cuadrado y que puede
leerse como un blues rápido. Dura poco, pero lo dice
todo, sin metáforas; yendo a los bifes sin caer en la
banalidad. No creo que otro hubiera podido hacerlo.
En fin, no sé si este texto le aclarará algo a alguien,
pero lo que es claro, es que nuestro artista no parece
perder vigencia. Lo mismo ocurre con el sexo...
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