(Senecio Loserman)
Abolidos los abolengos
en nombre de los nuevos linajes
del instinto, no había tiempo que perder.
Florecen jerarquías espontáneas como
esporas y valores evanescentes como
los mercados que circulan.
Todo fluye sin obstáculos por diversos
cauces: Es hora de fluir sin esperar
definiciones, nadie espera que nada
se defina.
Las horas fluyen como agua y evaporan
sin dejar rastro.
Los nombres olvidados relucen indistintos.
Ya no hay de qué arrepentirse y nadie
tiene nada que olvidar.
Un movimiento uniforme, conjunto
e inteligente barrió las culpas residuales.
Los nombres anteriores relucen indistintos.
La Historia colapsó, ganó el instinto:
Es todo cuanto puede conservarse.
Los abolengos abolidos no serán
reconvertidos, es todo parte de la
Historia: Ahora la dibujamos entre todos,
quien quiera oír que oiga, o calle para
siempre (el adverbio de tiempo ahora es
parte de la historia)
¿Volveremos?
Dice mi padre que ya llegará
desde el fondo del tiempo
otro tiempo…
Tengo mis dudas, pero no las comparto:
tengo códigos.
No es tiempo de definiciones, todavía
no pudimos definir el tiempo. Pero
sabemos que existe porque lo medimos.
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