(Esther Miño)
Está atravesado por…
Me detuve en esa frase, no sé quién
hablaba, ni de qué; pero me sentí
atravesado por una sospecha:
Había oído o leído otras veces eso
y pensé, las formas discursivas se van
complejizando; es natural: somos
cada vez más complejos, y en
consecuencia nos va costando más
entendernos. Estamos atravesados por
una serie de condicionamientos históricos,
circunstancias propias de procesos subjetivos
y otros factores que dificultan encontrar un
denominador común, para transmitir un
pensamiento y hasta una sensación.
Pero los recursos retóricos son cada vez
más sofisticados y acompañan el desarrollo
de nuestras complejidades constitutivas y
en continua evolución, como para poder
extendernos en un discurso apropiado a
esta necesidad, que pueda dar cuenta de
dichas dificultades, y atravesarlas con algún
éxito.
(El éxito no debería ser algo determinante:
sabemos que está atravesado por una cantidad
de circunstancias tan azarosas como sospechosas)
II
Antes había oído: Las infancias…
Volví a sentirme atravesado por algo que no
podía identificar, pero pronto entendí:
Ahí la evolución semántica es evidente; es mucho
más amplio que la infancia, o la niñez, y también
más inclusivo. No hay que mezclar todo: están
los niños, las niñas, les niñes y las nuevas opciones
que se agreguen a futuro.
El futuro, es pura agregación. Por lo pronto, agregar
valor al lenguaje abre nuevos horizontes, algo
auspicioso ya que no es posible saber cuántos son
los que necesitaremos.
Además, permite otras lecturas:
Cada infancia es distinta de otras; no sólo está
determinada por condiciones históricas, sociales
y económicas, sino que está atravesada por lo
subjetivo (es decir, la composición familiar, el
número de miembros, el lugar asignado dentro
de la familia y los vínculos que signan su
desarrollo)
Es correcto hablar de las infancias, dado
que cada infancia es distinta y única,
inclusive.
Luego, la infancia es un segmento de la vida
del sujeto o individuo, de límites difusos o
borrosos, y tampoco es una: Está la primera
infancia, la segunda, tercera y es difícil
establecer con precisión el fin.
Algunos se resisten a abandonar la adolescencia
y otros se niegan a abandonar la infancia, para
no asumir la llegada de la tercera edad.
Hay que animarse a atravesar todas las etapas
con valor. El valor es lo único que cuenta.
O mejor: los valores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario