(Pascual Rambler)
Una hermosa tarde, casi perfecta.
No sé si mejor tarde que nunca.
Aventurar un juicio es riesgoso,
no es seguro: habría que contar
con todos los elementos para una
comparación perfecta.
Pero la tarde seguía hermosa, tanto
como para intentar una comparación
exitosa.
El éxito es hermoso, cuando no es ajeno
y se obtiene con recursos genuinos y
méritos propios.
Un adjetivo impropio o inadecuado
puede hacer naufragar al discurso
mejor armado y más consistente, y
llevarlo a cualquier lado.
A ambos lados del discurso
hay adjetivos que zozobran.
Una hermosa tarde
para dejarla pasar, es otra cosa:
cambia el sentido, aunque la tarde
pasará de cualquier modo, como
toda secuencia adjetivable.
A veces, vacilamos ante la naturaleza
del adjetivo y armamos una oración
vacilante, que podría haber sido hermosa,
y hasta exitosa…
¿Y si lo fuera?
No sabía lo que hacía. Después lo supe,
pero era tarde: ya lo había hecho.
Mejor tarde que nunca.
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