(Onésimo Evans)
Creo que pensé de más, Padre.
Eso es contrario a la Voluntad del Supremo.
Debes suprimir todo lo excesivo.
Lo sé, Padre. Pero no siempre podemos dominar
la mente, el cuerpo, el deseo que nos excede…
El ejercicio de la moderación debe regir nuestras
conductas y pensamientos. La cantidad, es enemiga
de la virtud. Hay que procurar la austeridad y ser
selectivos.
Yo procuro, Padre, pero uno propone y Dios dispone.
Tampoco hay que tomar tan en serio esas frases
hechas, que ni sabemos quién las hizo… Sólo Él
sabe lo que dispone, y sabemos que es perfecto. No
podemos deslindarlo todo, debemos asumir nuestras
culpas y pagar por ellas.
Sí, Padre, a eso venimos, no..?
Sí, somos deudores; no reconocerlo ya es pecado.
Y esos pensamientos tuyos ¿eran buenos o malos?
Había de todo, Padre, para qué le voy a mentir…
¿Es pecado?
Bueno, el pecado empieza por el pensamiento, se
origina en la mente, y mucho tiene que ver con la
palabra: Antes de pensar con palabras no existía
el pecado original. Pero no hay retorno, ahora estamos
condenados a dirimir todo con ellas; es preciso ser
mesurado.
¿Todos pecamos todo el tiempo?
Así es, hijo. Hay que aceptarlo con resignación
cristiana. Somos pecadores desde antes de nacer,
descendemos del pecado ajeno y nos debemos a
esa deuda: Nacemos deudores. Luego, debemos ser
selectivos y pecar con moderación. Es todo.
¿Ya está, Padre?
Sí, hijo. Yo te absuelvo. Vuelve cuando tengas algo
más interesante; este servicio divino suele ser bastante
aburrido.
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