(Olvido de la Fuente)
Recuperando el polvo propio
del vaivén histórico que nunca
se interrumpe, casi arribaba
al punto de partida:
Un punto como tantos.
A diestra y a siniestra, imágenes
de púbises implumes, entregados
a la actividad contemplativa entre
otros órganos ajenos a la reverberación
de los cantos oficiales, transcurrían
enriqueciendo el paisaje de términos,
tan opinables como el cuerpo de una
piedra cóncava, lisa o angular.
Por lo regular, el pulso no se recupera,
pero los verbos van y vienen
obedeciendo impulsos opinables,
como toda emisión de aire infundado.
La división hace al ritmo
y reproduce en cuerpos trabajados
por el ocio, o por la producción
de objetos suntuarios y valores.
Los valores no producen nada:
El ritmo es un valor
que permanece idéntico, entre otros
más dudosos.
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