(Elpidio Lamela)
El movimiento perceptivo
viaja en direcciones opinables,
a velocidades desconocidas.
En estado de reposo
percibimos más, la capacidad
de percepción se eleva.
Pero sólo percibimos una parte
de lo que desearíamos, y dentro
de esa parte, una mucho menor
de lo que deseamos.
No podemos dejar de percibir,
ni aún durante el sueño:
las percepciones se incorporan
al sueño de un modo diferente,
anómalo.
No somos los únicos animales
que soñamos, pero sabemos poco
del sueño del otro; no nos interesa
demasiado.
Los sueños, sabemos, se construyen
con registros residuales de otras
percepciones y emociones habidas,
tramitadas, o en trámite:
Tramitamos el sueño sin saber
lo que nos espera allí, a diferencia
de la vigilia, donde hay conciencia
de lo previsible, que nos permite
tramitar la vida en su complejidad,
sin saber lo que nos espera.
Aunque algo sabemos.
No podemos dejar de percibir
que sin percepción no habría deseo.
Tampoco la necesidad de abandonar
el estado de reposo.
El movimiento perceptivo
no nos abandona, viaja en
direcciones opinables.
Durante el reposo, la percepción
se eleva. Percibimos:
Los árboles se elevan hacia Dios.
¿Lo estás haciendo vos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario