(Onésimo Evans)
Ya no vienen, ni siquiera a visitarme.
¿Dónde estarán?
¿Ya no me necesitan?
No sé por qué me abandonaron, pero
las echo de menos: yo sé que ahora
vendrán caras extrañas y que no va a
ser lo mismo.
Yo sé que un verdadero poeta
no necesita a nadie, que las musas
van y vienen y que el arte está en
otra parte…
Pero nada es igual sin ellas.
Supe tener varias, por si las moscas,
previendo las suplencias ante posibles
alternativas. Funcionaba, pero ya no:
Como si se hubieran puesto de acuerdo,
qué sé yo… No sé por qué me abandonaron
¿Algo habré hecho?
O por el contrario, fue por algo que no hice.
¿No supe dar lo que esperaban?
¿No se sintieron cuidadas, contenidas?
¿Volverán, como las oscuras golondrinas?
¿Habré tomado alguna mala decisión?
¿O descubrieron que no tenía capacidad de
decisión?
No sé qué hacer con esta desazón,
dan ganas de babearse en un rincón…
Pero no; no voy a caer en la inacción
y la falta de respuesta a los estímulos
ausentes:
Un verdadero poeta no necesita a nadie:
Tiene bastante con sí mismo.
No hay que confiar en las musas,
ellas van y vienen, y un día
no vuelven más.
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