(Periferio Gómara)
Todo deseo genérico
es perfectamente reemplazable
por otro, de la misma magnitud
y consistencia, o equivalentes.
Hay un margen de error.
El error no es, en sí mismo, algo
deseable, pero puede ser parte
constitutiva del deseo.
¿Es posible evitar el error no forzado
en la generación deseosa?
Sabemos que no existe el deseo por
fuera de la palabra; sin ella, somos
sólo instinto, necesidad, violencia.
Esa parte racional nos diferencia
de las bestias: sólo deseamos lo
posible, salvo error u omisión
temporal de esa parte.
Tampoco hay locos sin esta palabra
ni por fuera de lo que hacen las
palabras con nosotros: Son un recurso
eficaz para producir alienación, y está
siendo convenientemente aprovechado.
Pero casi toda palabra tiene su antagónica,
y todas son reemplazables, según la
necesidad del emisor y su deseo de ser
entendido por otro.
A buen entendedor no hace falta abundar
en palabras, ni explicaciones ociosas.
Sólo aquello que no puede ser demostrado
en una secuencia lógica o por el absurdo,
merece descartarse como absurdo.
El absurdo no necesita demostración.
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