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sábado, 2 de marzo de 2024

Cómo calcular el interés compuesto

 

(Elpidio Lamela) *

 

-Ud. tiene una frase un tanto ambigua…


-Bueno, tengo varias. Mis frases más 

felices son las ambiguas.


-Me refiero a una en particular, que suele

repetir: Los intereses son inseparables.


-Sí, es correcto.


-Los intereses en función de sujeto, resaltan

la falta del objeto directo. Lo entiendo como

incompletud, falta un término: inseparables

de qué, de quién, se pregunta el lector.


-Lo dejo a su criterio. Mis frases suelen ser

abiertas, para que el lector las pueda completar.

La incompletud es propia del sujeto, y a mi me

interesa ofrecer distintas lecturas, dando lugar

a la elección del receptor. Nunca soy pontificante

ni taxativo.


-Entiendo, pero sin el objeto directo el lector

puede sentirse desamparado y solo. Tal vez

sin voluntad de pensar tanto pierde el interés.


-El interés es algo que se pierde. Una interpretación:

Los intereses son inseparables entre sí, cualquiera

de ellos está vinculado a otro, y éste a otro formando

una cadena que nunca suelta al sujeto.


-¿A eso se refiere cuando habla de la cadena de valor?


-Bueno, es más amplio, pero en un sentido último sí:

No hay valor sin interés, ni interés sin valor.


-¿No cree en las relaciones desinteresadas?


-No, alguna vez creí, pero fui perdiendo el interés.


-Pero le asigna algún valor a la palabra, en tanto escribe.


-Las palabras no tienen ningún valor cuando no responden

a un interés. Un buen ejemplo es la poesía, que carece de

valor de cambio y sólo circula entre un grupo reducido, que

suelen ser los mismos que la escriben.


-También afirmó que no le interesa lo que escriben los otros.


-Sí, procuro ser sincero; si no lo fuera escribiría narrativa.

Pero no, nunca se me ocurriría escribir una novela, por

ejemplo. A Borges tampòco, tengo entendido.


-¿Se compara con Borges?


-No, no me interesa lo que escriben los otros, como

dije.


Eso es bastante extraño. Toda la cultura existente

abreva en la apropiación: Uno recoge lo que ya existe, ya

sea para desarrollarlo, cuestionarlo, imitarlo, o lisamente

copiarlo…


-Sí, asi funciona, y conocemos el resultado. No es algo

que valga la pena reproducir.


-Aún así, convengamos que usted no podría escribir lo que

escribe, ni ser lo que es, sin toda esa cultura que lo precede

y lo rodea.


-Es verdad, estamos rodeados, y no podemos hacer mucho

ni aspirar a ser originales. Por eso es que no me interesa lo

que escriben los otros, como tampoco lo que escribo yo.


-¿Y por qué escribe, entonces?


-No lo sé, tal vez por no tener otros intereses.

 

***

 

(*)  Entrevista al poeta Tomás Lovano




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