(Olegario Saldívar)
Con la carne artificial, obtenida
en laboratorio y apurando su producción
industrial, sumada a los conocidos
sustitutos que la reemplazan en forma
ventajosa, los argumentos en defensa
de la carne son cada vez más pobres,
débiles, absurdos.
¿Qué es lo que defienden de la carne?
Su consumo.
En realidad, los que defienden la carne
son quienes no la consumen, ni viva
ni muerta.
Para un carnívoro no hay mucha diferencia
entre las carnes vivas y muertas, a veces
el cambio de condición ocurre mientras
la están consumiendo, sin que lo perciban:
No le dan tiempo a enfriarse.
Si se lo piensa en frío, el argumento
de que comer carne es una cuestión
cultural, es bastante arbitrario:
Las culturas son arbitrarias, tanto como
sus tradiciones y valores: Hay quienes
defienden la tauromaquia como hecho
cultural, y hasta como un arte.
No menos arbitrario es el argumento de
la libertad individual del consumidor:
Cada uno es libre de elegir lo que come,
si desea carne puede elegir entre las
distintas carnes disponibles en el mercado.
La libertad del mercado y del consumidor
final, niegan la libertad y el derecho a la vida
de otros animales.
Somos animales autodefinidos como omnívoros,
comemos de todo y elaboramos platos altamente
sofisticados para satisfacer los paladares más
exigentes. Hemos probado todas las carnes
y alguna vez comimos carne humana.
Pero manteniendo una linea de conducta:
Siempre comimos carne muerta,
y en lo posible bien cocida.
¿Sería arbitrario reconocernos fauna cadavérica?
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