(Olegario Saldívar)
La carne registra una merma
histórica en el consumo interno.
No sabemos mucho de ese consumo,
pero como consumidores es una señal
negativa. Aunque, como todas, tiene
su lado positivo:
Éramos los mayores consumidores
de carne bovina, y resulta auspicioso
evolucionar hacia una dieta más rica
y variada.
El consumo promedio por habitante
era de 73 kg. al año, es decir:
cada argentino de bien se estaba comíendo
a un semejante en un año promedio.
En una docena de años, había metabolizado
un equipo completo de fútbol, con arquero
suplente incluído.
Aunque no fuera carne humana, no deja de
ser un exceso desde una mirada sensata y
desapasionada (es difícil separar la carne
de la pasión).
Conocemos las consecuencias de esos
excesos: colesterol, hipertensión, etc.
II
La merma histórica puede tener distintas
causas, no es algo relevante para la historia
de la carne, que nos precede y tal vez nos
sobrevivirá (somos sólo un segmento en
la historia de la carne)
No sabemos cómo se alimentaban los
carnívoros en aquellos tiempos oscuros
de carne escasa.
Es posible que se comieran entre sí, sin
sospechar que estaban protagonizando un
salto evolutivo: Sólo los más fuertes y
astutos se imponían, dando lugar a la
selección natural de la que somos fruto.
Todo parece indicar que los herbívoros
los precedieron y ambos convivieron,
pero su tamaño descomunal imponía
cierto respeto, había que animárseles.
Tal vez los saboreaban después de muertos,
esos cadáveres no podían pasar desapercibidos.
Es posible que la evolución de animales vivos
en cadáveres haya sido el punto de partida
para nuestra evolución.
Nosotros también consumimos animales
muertos, sólo que los cocemos
y conocemos distintos puntos de cocción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario