(Periferio Gómara)
De la flagrancia del verbo
al tegumento hipocondrial
subdescendiente.
¿Fue una enrcarnación consciente?
Un dios como cualquiera
nunca se arrepiente.
¿Por qué dudar de su fe endógena
y endógama si siempre fue infinita?
Las preguntas estaban a la orden
del día, pero el día del juicio final
podía esperar, como la carne hasta
ser verbo.
¿Actuó por cuenta propia o tuvo
cómplices?
¿Estaba solo y no sabía qué hacer
con su pasión desbordada?
Una pasión mal correspondida
puede terminar en cualquier cosa:
mitocondrias, mitos o una simple
cruz de tibias.
Para hacer, hace falta un hacedor,
como para asar, un asador.
Hasta para hacer tiempo, mientras
la carne se cuece hace falta quien
lo haga: un sujeto o su equivalente:
Algo que pueda decir yo
desde su propia encarnadura.
El verbo solo, sin un volumen de carne
sosteniéndolo no tendría ningún futuro,
sería algo completamente inútil:
No serviría ni para descomponerse
como Dios manda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario