(Amílcar Ámbanos)
Un poema escrito a la ligera
puede resultar superior
al que se escribe a las cansadas.
En rigor, ni la velocidad, ni el
tiempo insumido en la manufactura
del poema, guardan relación con
su resultado.
La realidad es otra, y el vuelo
poético es ajeno a la velocidad
y otras magnitudes vinculadas
a la cantidad:
Hay cantidad de cantos
de libre circulación que rezuman
mediocridad.
La extensión en el espacio y en
el tiempo, cuando no es necesaria
es un lastre, un peso inútil que no
se justifica.
Conozco la experiencia de escribir
a la ligera, cuando el tiempo apremia,
y también la de hacerlo a las cansadas
(Escribir es un trabajo y trabajar cansa,
como lo reveló el poeta)
En ambos casos, puedo afirmar
que el resultado final es azaroso.
Ya no escribo a la ligera, ni a las
cansadas. El azar también cansa:
Ahora escribo sin alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario