(Florencio Cusenier)
Hacer un poema arbitrario
no es difícil, y es una de las
opciones más seguras
que ofrece la función poética.
No es necesario ser poeta
ni capacitarse; cualquiera
puede hacerlo:
Es cuestión de arbitrar las medidas
y dejar que fluya.
Basta tomar un hecho, una idea,
una frase, una palabra en forma
arbitraria y desarrollarla hasta
que cobre cuerpo, en forma de
poema según el propio arbitrio.
No es necesario recurrir a la fantasía
ni tener imaginación: La vida real
es pródiga en arbitrariedades de todo
tipo:
No hace falta ir muy lejos,
ni salir de casa,
ni salir de uno mismo.
Una vez elegída arbitrariamente
la materia arbitraria, tal como suelen
serlo todas nuestras elecciones, sólo
hay que desplegarla en todo su esplendor.
Una vez consumado, para establecer
si está logrado y es un verdadero poema
arbitrario, se debe recurrir a alguna
autoridad de aplicación, o esperar
el veredicto de la terna arbitral
que ante la duda consultará al VAR.
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