(Tomás Lovano)
Si repites en forma recurrente
y eficiente la palabra poema
en el poema, el lector acabará
creyendo que cursa la lectura
de un auténtico poema.
La repetición persuade, convence,
crea hábito y es un recurso de
alto rendimiento en la producción
poética (a la sazón, como en toda
producción)
Puedes nombrarlo, hablar con el
poema, provocarlo, cuestionarlo,
interpretarlo, interpelarlo y jugar
con esta fórmula probada (todos
los juegos abrevan en la repetición)
Pero no es aconsejable repetir la
palabra poema más de siete veces
(catorce como mucho):
Hay límites que el poema debe
observar y respetar: el exceso
podría despertar sospechas o
generar dudas, aún en la repetición
de una fórmula exitosa.
Hay que respetar ciertos límites,
si no, el poema podría confundirse
con cualquier otra cosa, y de lo que
se trata es de que nadie dude del
poema.
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