(Olegario Saldívar)
Una bala perdida
lustró la balaustrada,
el ala interna de la bala
siguió emitiendo un brillo
cintilante por un instante
cuando la bala ya se había
perdido.
De la última a del ala
de la bala, se formó un
sonido puro y como un ángel
fue elevándose como una oración
de gracia plena que regocijaba el
alma de las víctimas posibles.
Después lo supe: el proyectil
había sido bendecido, era una
bala bendita que disuelve o
neutraliza todo pecado conocido.
Hubiera agradecido que acabara
aquí su derrotero.
la hubiera atesorado junto a todos
mis pecados del pasado.
Pero la bala pasó de largo, no
conozco su paradero.
Apenas alcanzó a lustrar
mi balaustrada, como sólo
puede hacerlo una bala de bien,
debidamente consagrada.
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