(Antístenes Oquendo)
El cielo de la carne está
compuesto de carne.
-¿Sólo carne?
-Mayormente, pero sólo
conocemos la carne, aunque
parcialmente. Estamos hechos
para conocer carne y es lo único
que conocemos. Provenimos
del conocimiento carnal.
-¿El conocimiento es una forma
de comercio?
-No, pero el comercio es una forma
de conocimiento, además es la única
que conocemos: Antes de cultivar el
comercio, nuestro conocimiento era
muy pobre y no tenía ningún valor.
-¿Los animales impíos van al cielo?
-No, los animales somos ajenos al cielo,
no hay razón para creer eso, un invento
de la carne para producir ilusiones, que
justifiquen su corrupción intrínseca y
su condición perecedera.
-Si el cielo no es un fin, y la carne es tan
triste como averiguó el poeta ¿Qué nos
queda como destino aspirable?
-La carne nunca deja de aspirar, hasta el
último suspiro: tiene necesidad, eso es lo
único que no podemos negar. Tal vez los
suspiros vayan al cielo, que nos es ajeno.
-Algo sabemos del cielo…
-Sí, que el nuestro es pura carne, y sólo
los verdaderos carnívoros pueden vivir
sólo de carne. El hombre no es verdadero.
-Los carneros de Dios, cuestionarían con
vehemencia sus enunciados materialistas,
tan crudos.
-Los verdaderos carnívoros consumen
carne cruda, no se engañe. Yo no puedo
hacer nada en ese sentido, sólo soy un
animal que se reconoce en su propia carne
y no aspira a conducir rebaños, ni a ser
parte de ninguno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario