(Manuel Santos Lupanares)
Este momento es único e inédito,
pensó el poeta subalterno,
sin desmedro de lo que puede
repetirse del pasado.
¿Cuánto es?
Se preguntó en presente.
Al pasado le debemos todo:
Sin él, no habría nada para
repetir, nada que pudiera repetirse,
ni seríamos lo que somos.
Hasta el lenguaje, tal vez nuestra
mayor conquista, nos sería ajeno
ya que es tributario de la repetición.
Volvió a vac ilar involuntariamente:
Es difícil asumirse irrepetible
en este mundo signado por repeticiones
secuenciales que provienen del pasado.
¿Es el pasado, tan irrepetible como nosotros?
¿Somos lo suficientemente selectivos
al repetir, como lo es el Orden que nos reproduce
bajo el auspicio de la selección natural?
El poeta subalterno se asume y reconoce
en sus fuentes, que no son siempre las misamas
pero se repiten.
Sabe que no es original, y que no sería el que
es, ni haría lo que hace, sin aquellos poetas
que lo precedieron, esos padres subalternos.
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