(Sandalio Murchison)
La evolución ya no es lo que era.
Nada está como era entonces,
ni nosotros somos lo que éramos
entonces:
Ahora somos otros,
que se reconocen en otros gracias
a la evolución y por culpa de ella
que nunca se detiene, y tampoco
es la misma.
Ni siquiera se detiene a corregirse,
como si no hiciera falta.
No, no puede corregirse porque no
es nunca la misma y no puede nunca
reconocerse a sí misma, aunque
responda a la misma palabra.
¿Responde? ¿A quién responde?
Nosotros respondemos: No sabemos,
hay cosas que no sabemos todavía,
pero menos averigua Dios y perdona.
Las palabras no tienen por qué
responder nada, son sólo recursos
para representar y producir sentido.
Nosotros tampoco tenemos nada que
responder, el sentido producido no
nos necesita para continuar su evolución
y la evolución producirá los sentidos que
necesite.
Como recurso evolutivo ya cumplimos,
la evolución generará las herramientas
para reproducir sus propias condiciones
de producción.
Nosotros sólo obedecemos, la evolución
es ésto: Una cuestión de obediencia,
siempre fue así y siempre funcionó.
(Si no, hoy no seríamos lo que somos)
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