(Encarnación Segura)
La vida parasitaria no deja
de sorprendernos:
Estudios científicos avanzados, están
revelando un mundo insospechado,
dando lugar a nuevas teorías sobre la
mecánica evolutiva y las leyes biológicas.
La producción de conocimiento, le debe
mucho a la vida parasitaria, que representa
el mayor volumen de la vida en el planeta.
Ahora, a la luz de los resultados obtenidos
en laboratorio, se especula que el primer
organismo vivo pudo haber sido un parásito.
En rigor, si bien este progenitor de todos
habría sido un organismo unicelular nativo
en su origen, la necesidad lo impulsó a
dividirse, dando lugar a la reproducción
de la necesidad primaria y parasitaria.
La evolución, generó las condiciones para
el desarrollo de la diversidad, y todas las
expresiones de seres animados que conocemos
con sus respectivos parásitos.
La parábola evolutiva pone ante nuestros ojos
toda esta maravilla natural y todas las secuencias
evolutivas que nos arrojaron aquí, como punta de
lanza en la vanguardia de la selección natural.
También nos permite observar el sesgo circular
del periplo evolutivo: En lo más alto de la cima,
las especies más avanzadas, no satisfechas con
saberse los mayores predadores, adoptan la
práctica parasitaria dentro de sí mismas.
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