(Manuel Santos Lupanares)
No soy un buen amante del invierno,
pero hay personas a quienes les sienta
bien, mejor que a mi.
Es como si el frío los movilizara
y los moviera a salir de sí mismos
buscando el calor del amor.
Como Duilio, que comienza un idilio
cada julio. No sé:
¿Cuántos idilios acumula Duilio?
¿Serán, acaso tantos como julios?
No sé cuántos abriles suma Duilio.
¿Serán, acaso tantos como julios?
Para algunos, julio es el mes más cruel.
Más que abril, incluso. No para Duilio,
que florece en Julio junto a su idilio
nuevo.
Siempre son nuevos los idilios de Duilio,
que nacen siempre en julio.
Es enamoradizo Duilio, siempre
que se acerca Julio. Así es Duilio,
un amante metódico y prolífico
que acumula idilios como julios.
¿Es un hábito el amor? ¿Es lo mismo
acumular que repetir? ¿Son funciones,
éstas, propias del amor o del idilio?
No sé qué piensa Duilio, tal vez si
encontrara el amor definitivo
rompería la cadena de frío,
olvidando los idilios pasajeros.
No sé qué piensa Duilio, no creo
que piense mucho ahora, que es julio.
Hay que esperar, hay que pasar
el invierno.
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