(Sandalio Murchison)
La criminalización de la protesta
funcionó:
Los contribuyentes agradecen la
medida que resguarda los derechos
de todos aquellos que se muestran
ajenos a esas expresiones indeseables
e inoportunas, que limitan la libre
circulación.
Lo aceptaron como algo natural,
no hubo quejas ni protestas.
En su casa, cada uno puede protestar
a gusto, está en su derecho, mientras
sus emisiones no trasciendan, alterando
la sana convivencia con los vecinos.
Dado el éxito obtenido, las autoridades
estudian otros proyectos concomitantes:
La criminalización de la respuesta, por
ejemplo, pondría límites a tanta respuesta
inaceptable, que sólo crean conflictos y
alteran los ánimos. Emisiones propias de
conspiradores y contestatarios, que no
suman al modelo inclusivo de libertad.
Cada uno tendr{a que hacerse cargo
de lo que dice o calla, sabiendo que
tendrá consecuencias:
Se busca evitar las suspicacias
y desalentar las emisiones que encubren
intenciones sospechosas, que enrarecen
el clima de la sana convivencia que todos
deseamos.
Sólo los poetas tienen derecho a decir
ciertas cosas: Ellos son libres de decirlo
todo, siempre que no se extralimiten:
Hay cosas que no se pueden permitir
en ningún ámbito, bajo ningún concepto.
Si todos nos autopercibiéramos poetas
reinaría el caos, colapsaría la producción
y las palabras perderían todo su valor,
tanto de uso como de cambio, que es peor.
Estamos ante un cambio cultural, hubo
un cambio de época y debe entenderse
que los valores no son los que eran:
Todo cambió para siempre, no hay vuelta
atrás y nadie quiere volver al pasado.
Llegado el caso, se procederá a criminalizar
la palabra:
La criminalización funciona, hay menos
crímenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario