(Manuel Santos Lupanares)
No llegues, me dijo mi maestro.
Una vez que se llega, no hay mucho
para hacer y nada que esperar.
No estamos hechos para el reposo,
no hay emoción ahí, puesto que no
existe el fracaso, ni el temor.
Aunque hayas trabajado mucho
para alcanzarlo y fuera conquistado
en buena ley, el reposo no produce
goce.
Sólo se goza en ese trámite, ese
tránsito hacia algo que no está
donde creemos, porque no existe.
No llegues nunca, a ninguna parte.
No te apartes del camino.
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