(Emeterio Askman)
Cuando el yo se aleja de la idea
del yo, el horizonte precipita
en un paisaje desentrazado y
yermo:
Como si se alejara de sí mismo
el yo, como miembro desmembrado
vacila hacia adelante y hacia atrás
buscando el punto de apoyo.
Es un desconocido consumiendo
un tiempo que no le pertenece
como si fuera parte del paisaje
de miembros que no se reconocen
y preguntan y preguntan
¿Quién oyó?
Hay poetas que no pueden vivir
sin la primera persona, no sólo
eso sino que no pueden hacer nada:
Yo no soy de esos pagos,
ni por asomo.
Ni de los que se ocultan
en el plural de esa persona: Dudo
de la cantidad, del número improbable
tanto como de la unidad.
¿De qué unidad estamos hablando?
Yo sé que sin yo no hay desarrollo,
ni Dios, ni hijo de Dios,
ni submúltiplos de Dioses
ni cocientes perfectos,
¿Qué es la perfección, más allá
del Reino de Dios y su Reposo
Absoluto?
Las ideas van y vienen, son parte
del paisaje, ante la mirada
indiferente del horizonte
que es también ilusión.
El yo está solo
y sabe cómo hacerlo.
Fuera de eso, en todo está vos.
Yo no soy de esos pagos,
ni de aquellos, ni de éstos.
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